No iríamos ni a la esquina con el señor Simon, cuya ineficiencia y falta de firmeza para hacer cumplir y respetar la ley, lo llevó a producir la matanza de Bagua, tiene las manos manchadas con la sangre de los inocentes.Demostró que no está capacitado para administrar el Estado, no pudo superar los conflictos sociales, está en campaña electoral y cree que agraviando al Alcalde de Lima, va a ganarse el afecto del pueblo. Lucho Castañeda es un hombre sencillo, provinciano, noble, el camina en los cerros, las plazas, sube las escaleras en la ciudad, conversa y dialoga con las personas, no tiene afición de “loro” ni de “cacatúa”, como otros. El problema es que Simon no pierde sus viejas prácticas marxistas, le gana el “subversivo que lleva adentro”, cree que la eficiencia del Estado se reduce a la mecida y la postergación de soluciones, por eso ocurrió lo de Bagua, con el sacrificio de vidas en la forma más inútil, él es el responsable y debe rendir cuentas a los familiares de los caídos.Lo que pasa, es que Simon cree que ser “loro”, es la forma adecuada de hacer política en el Perú, cree servirle al país administrando el verbo y el adjetivo barato, creando odios, dividiendo al país, postergando decisiones. Finalmente, su juego no hace más que recordarme la fábula del Sapo y la Luciérnaga, ya que es claro el cariño que le tiene el pueblo a Lucho Castañeda por su trabajo eficiente y silencioso. Simon no resiste la “luz” de Castañeda, el quisiera apagar la luz, como muchos otros. El color verde le queda chico y así se dice cristiano. Respecto a la los árboles, le recuerdo que esta gestión es la más exitosa en ecología, a la fecha ya se sembraron 80 000 árboles y en Chorrillos se sembrarán 3000, en la zona de la estación y aledaños. Mientras Castañeda construye y une a los peruanos, otros siembran cizaña y odio por la envidia.
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